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Vuelos truchos y cientos de damnificados: investigan una estafa Ponzi en Recoleta
Una mujer identificada como Karyna, es denunciada como la autora de una maniobra fraudulenta que afectó a decenas de personas.
| 25/7/2025
Una estafa con pasajes aéreos sacudió a la comunidad del tradicional colegio El Salvador, en el barrio porteño de Recoleta. Según denuncias presentadas ante la Justicia, una mujer llamada Karina —madre de un ex alumno de la institución— engañó a más de 200 familias vendiéndoles vuelos promocionales a España, que finalmente resultaron ser falsos.
La maniobra fue expuesta en redes sociales por el usuario @elguisodebagre, quien contó que Karyna aseguraba tener contacto directo con empleados de la aerolínea Iberia, a través de quienes supuestamente conseguía pasajes a precios mucho más bajos que los del mercado. "Por ejemplo, un pasaje de 1500 dólares lo ofrecía a 900, todo en negro", explicó.
Según relató una asistente de Karina que colaboraba en los cobros, la acusada tuvo un intento de suicidio. A través de un mensaje, la mujer aseguró también haber sido engañada: “Mi madre también fue estafada. Yo tuve que volver a pagar mi pasaje. Estoy a disposición de la Justicia, pero no tengo más información”.
El contacto con Karyna empezaba siempre de la misma forma: un audio explicativo. Según ella, se basaba en tickets “Sublo” de Iberia y American Airlines. Los boletos, decía, provenían de empleados con más de 12 años de antigüedad y eran revendidos con asiento y valija incluidos. Los precios iban de los 1000 a los 2000 dólares, un 50% menos que en las páginas oficiales.
En el audio que recibían los interesados, Karyna les explicaba que podían indicarle una fecha con hasta 50 días de anticipación, pero que el sistema decidiría el vuelo exacto, tanto de ida como de regreso. También detallaba los destinos disponibles: principalmente Madrid, Frankfurt y Roma, con escalas breves y una flexibilidad inusual para quedarse incluso hasta cinco meses en destino.
Además de vender pasajes individuales, ofrecía membrecías anuales por 7 mil dólares que supuestamente habilitaban vuelos en primera clase con descuento garantizado. Todo era presentado como un beneficio de confianza: hablaba de “cupos limitados” y de compradores frecuentes que adquirían boletos sin tener definida la fecha de viaje, solo para asegurarse su lugar.
Los acuerdos eran de palabra. Si alguien insistía en un comprobante, Karyna enviaba un PDF hecho en Word con el monto pagado. A su lado trabajaba una asistente personal, de nombre Luz, que se ocupaba de cuestiones administrativas y ahora dice haberse sentido también estafada: le compró un pasaje que nunca llegó a recibir.